Nuestra visión respecto al papel que las Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs) están llamadas a desempeñar en el mundo post pandemia es, hemos de reconocer, ambiciosa, y quizás no sea secundada ni lograda por muchas de ellas. Pero, no tenemos duda de que aquellas que vayan un paso más allá, superando las políticas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y conduzcan sus negocios y operaciones conforme a lo que hemos dado en llamar Comportamiento Empresarial Responsable (CER) estarán invirtiendo en competitividad. Se posicionarán en un lugar privilegiado para contratar con la administración, conseguir contratos como proveedoras de grandes compañías, ser beneficiarias de ayudas y subvenciones a nivel nacional y de la Unión Europea. Receptoras de créditos, financiación e inversiones. Además de construir una sólida imagen y reputación empresarial respecto a sus consumidores, clientes y trabajadores.

 ¿Cómo puede una PyME conducir su negocio conforme a un Comportamiento Empresarial Responsable y qué ventajas le reportará?

La mayor o menor dificultad para una PyME a la hora de implementar una política empresarial que conduzca a un CER vendrá dada por tres factores:

  1. El cumplimiento de la legalidad vigente del lugar en el que operen. Para ello será fundamental adoptar un plan de prevención de riesgos legales en la empresa.
  2. Su compromiso con la sostenibilidad entendida en sus tres dimensiones, ambiental, social y económica o financiera. Para ello será capital desarrollar una estrategia para interrelacionarse y repercutir positivamente en todos aquellos grupos de interés o stakeholders que puedan afectar o verse afectados por la actividad empresarial, como trabajadores, proveedores, consumidores, comunidad local en la que opera la empresa etc.
  3. La puesta en marcha de procesos de diligencia debida dirigidos a identificar y mitigar, si se detectaran, los riesgos de impactos negativos derivados de sus actividades. Riesgos que puedan generarse a lo largo de su cadena de suministro. La responsabilidad se extiende de esta forma, no sólo a los actos propios de la empresa, sino también a los de sus proveedores e incluso clientes.

Una PyME que adopte un Comportamiento Empresarial Responsable, según los tres criterios anteriormente indicados, tendrá:

  • Una visión holística de su realidad empresarial. Será consciente de que sus acciones tienen repercusiones que van más allá de lo estrictamente económico.
  • Diseñará estrategias y se anticipará obteniendo resultados favorables porque contará con una información completa de su entorno basada en las relaciones con todos aquellos que pueden afectar a la empresa o que pueden ser afectados por la empresa.
  • Actuará conforme a un código ético, que le ayudará a mantener una coherencia a través de un compromiso integral y transversal en todos sus ámbitos de actuación.
  • Identificará riesgos analizando sus grupos de interés y las áreas en que la empresa puede impactar tanto negativamente como positivamente.
  • Podrá desarrollar una estrategia de actuación y medirá los resultados y por supuesto, llevará a cabo una labor de comunicación o reporting, que en el caso de las PyMEs repercutirá en la valorización de su imagen y reputación como un activo empresarial. Hemos de destacar que por el momento la comunicación no financiera no constituye exigencia legal para estas empresas.

El nuevo escenario que paulatinamente se va abriendo camino dibuja nuevas expectativas y lo que es más importante, nuevas obligaciones para las empresas que van más allá de las prácticas de RSE, tradicionalmente entendidas como implementación de acciones positivas en materia social, laboral o medioambiental.

La novedad radica en que el legislador, tanto comunitario como nacional, ha comenzado a poner el foco en la obligatoriedad de implementar planes de diligencia debida para evitar la responsabilidad, no sólo por los impactos negativos de la propia empresa, sino también por los de sus proveedores e incluso clientes. Esto implica una evolución hacia la transparencia y trazabilidad de las cadenas de suministro. Y es precisamente en ese punto donde las PyMEs que sean proveedoras o clientes de grandes empresas se verán afectadas por el efecto dominó o efecto cascada. Ellas mismas, llevadas por criterios de mejora de la competitividad o por exigencias externas de esas grandes compañías, verán la conveniencia o necesidad de adoptar y poder acreditar un CER en los términos que hemos analizado anteriormente.

Se trata en definitiva de una visión global que las empresas, todas las empresas, que quieran adaptarse y sobrevivir en los próximos años, en ese mundo que se dibuja tras este terremoto material y moral que ha supuesto el Covid-19, deberán desarrollar y cultivar. El Comportamiento Empresarial Responsable es una nueva forma de ser y estar en el tráfico jurídico y mercantil. Es avanzar apostando firmemente por un compromiso con la sociedad inapelablemente proclamado y perfilado por la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.